Durante la pandemia, niños, niñas y adolescentes usan plataformas digitales, ya no sólo para uso personal de entretención, sino que también con fines educativos. Con un mayor uso de teléfonos inteligentes y redes sociales, aumenta también la probabilidad de acoso escolar en modalidad en línea o ciberacoso.
El acoso escolar, es una práctica que contiene episodios de violencia física y/o psicológica y se presenta dentro de los colegios. Considerando el nuevo escenario, donde las clases se realizan a través de aulas virtuales, se generan diversas interacciones o situaciones que pueden desencadenar la práctica del cyberbullying entre compañeros.
Actualmente los niños están experimentando elevados niveles de estrés. El encierro, la falta de socialización y el aburrimiento, aumentan la oportunidad de ejercer ciberacoso, al usar más tecnología y relacionarse con sus pares directamente, sin la mediación de un adulto, a diferencia de las clases presenciales, donde siempre está la mirada de un docente, un inspector u otro funcionario. Lamentablemente hoy es poco el control que pueden tener los establecimientos, dado que no está en sus manos mantener el control de las redes sociales y digitales, que niños y adolescentes usan en casa.
El ciberacoso se puede producir 24 horas al día, afectando a la víctima no sólo dentro del horario escolar, provocando una sensación de gran angustia al no poder escapar, y sentir que no hay espacios seguros en ninguna dimensión de su vida.
Cómo identificar si lo que mi hijo/a vive es acoso escolar:
Para que se trate de acoso escolar tiene que haber una intención de dañar a otro, habiendo un estudiante expuesto a acciones negativas que lleva a cabo otro(s) compañero(s), existiendo un desequilibrio de poder, ya sea físico o de influencia social. Tiene también que ser repetitivo y sistemático, y, por último, que predomine la ley del silencio, es decir, que los compañeros por temor a ser tachados de “soplones”, no lo denuncien, o peor aún: por vergüenza a ser víctimas, y sentirse incapaces de relacionarse en condiciones de igualdad con su agresor.
Formas en las que se puede presentar el acoso escolar.
Se puede manifestar a través de la publicación de imágenes dañinas, o textos, respecto de una persona en redes sociales como Whatsapp, Instagram o Tiktok; a través de la suplantación de identidad; de la divulgación de información privada o rumores sobre una persona.
Hostigamiento en las redes: amenazas, insultos, grabaciones o publicación de datos personales.
Mientras que durante las clases presenciales aplicarían:
No debemos confundir el acoso escolar con las diferencias normales que se producen en las relaciones entre estudiantes, pues los conflictos entre iguales son un fenómeno esperable (al no conllevar violencia), sin embargo, estos pueden llegar a escalar si no se resuelven de una forma adecuada y a tiempo.
¿Qué ocurre con la víctima?
Pocos estudiantes piden ayuda, ya que existe temor a la represalia y consecuencias, sumado a que muchas veces no saben a quién recurrir. También a esta edad usualmente no tienen una buena comunicación con los adultos, siendo una etapa en la cual buscan su propia identidad, siendo más introspectivos.
Síntomas a los que debemos estar atentos y sus consecuencias
La víctima suele presentar, como consecuencia del acoso escolar, cambios en el comportamiento y humor, tristeza, llanto descontrolado o irritabilidad, pesadillas, cambios en el sueño y /o en el apetito, dolores somáticos como; dolores de cabeza, de estómago, vómitos, temblores y palpitaciones. No quiere relacionarse con sus compañeros, se rehúsa al retorno de clases presenciales tajantemente, problemas de memoria, dificultad en la concentración y atención y disminución del rendimiento escolar, miedo a estar solo, altos niveles de ansiedad, cuadros depresivos y déficit de autoestima. En casos más severos, se puede observar fobia escolar y comportamientos o pensamientos auto lesivos o suicidas. Pueden también sentirse en una condición de “indefensión aprendida”, que es un estado de desesperanza, en el cual el sujeto aprende que no puede controlar los sucesos de su entorno, dejando de responder.
Frente a este tipo de sucesos, también se debe considerar que se muestran afectados tanto la víctima, como los espectadores del acoso y el agresor/es, produciéndose una desensibilización, frente a la frecuencia de los abusos, lo cual debe ser abordado por parte de la comunidad educativa y apoderados.
¿Cuál es la misión de los padres?
Nuestro rol principal recae en educarnos y sensibilizarnos en los efectos perjudiciales de los comportamientos de intimidación y preparar a niños y adolescentes a identificar las formas adecuadas e inadecuadas de ser tratados, clarificándoles lo que no deben aceptar bajo ninguna circunstancia. Debemos enseñar la tolerancia y el reconocimiento a la diversidad, que no se puede agredir a nadie, ni por su físico, bienes, rendimiento o lo que sea, pues nada valida que uno agreda a otro. Fomentar también la capacidad de denunciar y pedir ayuda a un adulto o persona de confianza frente a estos hechos. Tener una buena comunicación y confianza con nuestros hijos, es indispensable para que ellos puedan contar con nosotros frente a una situación compleja. Es conveniente asumir el compromiso, como padres, de estar atentos en casa, a las manifestaciones que indiquen que algo no está bien.
Padres y adultos responsables no deben permitir que niños y adolescentes cuenten con un uso autónomo de internet, estar presentes en sus redes sociales, saber qué redes tienen, con quiénes se juntan, tener acceso a sus chat, sobre todo en la edad de 10 a 14 años, teniendo control de lo que ven, escuchan y a quienes siguen, así como supervisar el tiempo que destinan a estar en internet.
Cómo actuar en el momento de una develación de acoso escolar
Los adultos debemos actuar con calma, y ser quienes entreguemos contención, afirmándoles que ellos no tienen la culpa de ser agredidos y que no estarán solos. Aclarar que ellos no son el problema, y que probablemente es el agresor quién tiene uno y necesita apoyo. Reconocer que esto es importante para ellos, escucharlos con atención y empatía, sin regañarlos o juzgar que haya guardado silencio hasta ahora, ya que esto podría cortar la comunicación establecida. Usualmente ellos tendrán miedo de que les quiten el acceso a la tecnología, y es importante que los tranquilicemos asegurándoles que no serán castigados por hacer este tipo de denuncias y que no se les retirarán sus dispositivos, pero si se les hará un acompañamiento y seguimiento, siendo muchas veces el control parental el único mecanismo de prevención y detección del ciberbullying.
Pasos a seguir frente a una develación de acoso escolar
Es importante que, al conocer la situación, los adultos no hablemos con los padres del niño agresor directamente, pues esto aumenta el conflicto. Si debemos guardar las evidencias, pedirle a nuestro hijo que no responda a los mensajes de acoso, pues esto puede aumentar el espiral de ofensa, bloquear a la persona responsable y denunciar. Se debe informar inmediatamente al colegio, conversar con el profesor jefe/a y encargado de convivencia escolar y en lo posible, no solicitar que se expulse al niño “agresor”, pues la escuela es un sistema de interacciones y probablemente otro niño asumirá el rol de agredir, al no mediar con el problema de raíz y realizar una intervención profunda en el grupo curso y colegio, teniendo la escuela la responsabilidad de hacerse cargo, a través de la toma de medidas inmediatas. Mientras que, en el hogar, en caso de ser necesario, debemos buscar apoyo de un especialista de salud mental.
¿Qué ha pasado con el acoso escolar en pandemia? Qué dicen los estudios.
Durante el año 2020 las denuncias por ciberacoso fueron en aumento. Según un informe elaborado por la ONG Bullying Sin Fronteras, 33 % de los escolares de América Latina, refirieron haber sido víctimas de ciberbullying durante la cuarentena de 2020. La Agencia de Calidad de la Educación estimó en 2017 que 4 de cada 10 niños de cuarto y octavo básico han sufrido de acoso escolar, siendo las principales motivaciones la personalidad, las discapacidades físicas, la forma de vestir, la apariencia física, el ritmo de aprendizaje y pertenecer a algún grupo étnico, religioso, o cultural minoritario.
Una encuesta del Instituto Nacional de la Juventud (INJUV) de 2019 mostró que, del total de jóvenes encuestados, el 5,5% ha pensado en el suicidio como una alternativa. Según un reporte de L1ght, el discurso de odio entre los niños y adolescentes aumentó un 70 % desde que los estudiantes comenzaron sus clases en línea, incrementándose en un 40 % la toxicidad en plataformas de juegos populares, como Discord.
Los datos, son la evidencia de lo importante que es visibilizar estos temas y estar atentos a nuestros niños y niñas, y hoy más que nunca acompañarlos en esta nueva realidad, donde lo virtual se volvió parte esencial de nuestro día a día.
Material elaborado por Psicóloga Natalia Hinojosa Montecino, Magíster en Psicología Clínica, diplomada en Psicoterapia Sistémica Infanto-Juvenil y con formación en Psicoterapia Sistémica, Terapia Centrada en Soluciones.
Código Veeva: LAU-CL-00172-04-2023
Referencias